“La verdad detrás del ‘derecho al aborto’: una agenda global oculta”
En los últimos años, hemos visto surgir nuevos derechos, entre ellos el derecho al aborto, denominado engañosamente “salud sexual y reproductiva”. Se busca que este derecho sea universal, gratuito y libre, para que ninguna mujer sea discriminada por ello.
En 1974, el informe Kissinger marcó un claro precedente para las leyes a favor del aborto, centrándose en “la necesidad de políticas que controlen el aumento poblacional, promoviendo métodos anticonceptivos y el aborto inducido“. El objetivo era lograr que las mujeres voluntariamente no desearan tener hijos y, en caso de quedar embarazadas, facilitarles el acceso al aborto.

¿Cómo se logró esto? A través de la ONU, inicialmente con las llamadas Conferencias de Población y Desarrollo y, posteriormente, mediante las Conferencias de la Mujer. Esto preparó el terreno para el objetivo final: disminuir la población mundial.
La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo del Cairo en 1994, y un año más tarde en Pekín, representaron un antes y un después. A través de políticas de planificación familiar, salud y bienestar, se introdujeron leyes a favor del aborto, comenzando en países del tercer mundo y extendiéndose luego a los países desarrollados.

Estas políticas incluyeron servicios de planificación familiar, con prácticas educativas sexuales preventivas, como la enseñanza del uso de métodos anticonceptivos. Cuando se habla de salud pública, y se menciona el derecho de las mujeres embarazadas a gozar de salud y bienestar, en realidad se refiere a la supervisión de posibles malformaciones o enfermedades en el feto, para en tal caso, facilitar el aborto.
En las Conferencias internacionales se aprueban programas con objetivos concretos, que se cristalizan en leyes en distintos países, sin que la mayoría de la población se entere. Mientras estamos ocupados con nuestras vidas, las élites trabajan maliciosamente para controlar la población.
El sacerdote Juan Claudio Sanahuja advirtió: “Los esfuerzos de la ONU pueden sintetizarse en la palabra ‘esterilidad’ o, mejor, ‘esterilidad selectiva'”. En relación a la Conferencia del Cairo, afirmaba: “Entre otros beneficios de El Cairo, están las inversiones que tienden a reducir el tamaño de la familia deseada”. Un texto de la Conferencia también señalaba: “Luchamos por el acceso al aborto seguro, la posibilidad de elegir todo tipo de anticonceptivos y por la salud sexual y reproductiva y sus derechos”.
Estas ideas se han ido extendiendo como un cáncer, calando en el pensamiento de las personas a través de los medios de comunicación, programas televisivos y redes sociales. Hoy en día, las leyes educativas de igualdad de género siguen esta línea neomalthusiana, enseñando a los adolescentes cómo prevenir embarazos con métodos anticonceptivos, incluidas las píldoras del día después, que tienen numerosos efectos secundarios, y facilitando el aborto como un método anticonceptivo más.
Un texto de 2016 promovido por la ONU sobre educación sexual comprensiva señala: “Es una intervención vital de los gobiernos, particularmente para una niña de diez años de edad, que acaba de empezar su viaje a través de la educación”. Estos derechos de salud sexual y reproductiva ya se están enseñando a los alumnos desde los programas educativos de género, sin que muchos padres se enteren. Los hijos pueden mostrar una cara en casa, pero sus ideas van por una línea muy diferente a la que sus padres les han enseñado.
Voz y Verdad
Con estos ejemplos, considero que se puede observar cómo las políticas antinatalicias y de control demográfico se llevan a cabo mediante los “nuevos derechos”. La idea de querer despoblar la población no es una invención de quienes son llamados conspiranoicos. A estas personas les importa muy poco la salud de las mujeres, las familias y el bienestar de las embarazadas. Se pisotea el derecho primordial de preservar la vida y la dignidad de la persona, lo que nos conduce a la autodestrucción. ¿Puede una sociedad decir que está progresando así? ¿Esto nos hace ser mejores, más personas, más felices?
Lejos de las intenciones que dicen tener para enseñar a practicar un sexo seguro, lo que están provocando es un drástico aumento del aborto. Cada 5 minutos, una mujer aborta en Europa. El 11% de estos abortos corresponden a adolescentes, y cada día, 300 chicas adolescentes abortan. Es un verdadero drama.
- El aborto es un cáncer que nos corroe por dentro, con consecuencias alarmantes, ya que detrás de cada aborto hay muerte y sufrimiento. Nunca debería ser un derecho este acto tan cruel.
El problema es que, para normalizarlo en la sociedad, se recurre a la fuerza y la violencia, el insulto y el menosprecio, para silenciar a quienes no están de acuerdo. El miedo a ser etiquetados, a ser sancionados o rechazados es real. Sin embargo, no podemos permanecer en la sombra y en silencio; debemos alzar la voz por esos niños indefensos y por el futuro de nuestros hijos.
La falta de respeto a la vida, la violencia ejercida sobre los niños no nacidos, las mujeres obligadas a abortar por coacción, amenazas o miedos, las manifestaciones violentas de las feministas que defienden el aborto, y los insultos dirigidos a quienes queremos defender la vida, son realidades que no se pueden ignorar.
No se permite ni siquiera decir que el aborto es acabar con la vida de una persona. ¿Qué es entonces?
Voz y Verdad
Es evidente que la ONU, lejos de defender la maternidad propia de las mujeres, fomenta el aborto. Pablo VI lo dijo hace varios años: “Ciertamente, ante las dificultades que hay que superar, existe la gran tentación de usar la autoridad para disminuir el número de comensales en lugar de multiplicar el pan a repartir”.